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lunes, 20 de enero de 2014

capituo no publicado en mi libro SEMINARIO VACÍO pero es profético






AL CATÁBULO (filigrana tremenda en forma de alegoría)
 


I


 


-Eh, vosotros, los del último banco, fuera de clase.


Estábamos en una lección de Teología Moral que daba don Benigno y con las mismas sacamos el banco a los pasillos y nosotros y nuestras sotanas nos metimos para adentro y aquí no pasa nada pero luego vino el Rector que era el arcediano Linderos y nos envió a toda la cuadrilla al Catábulo, las viejas caballerizas, convertidas en cochiqueras de donde partían olores mefíticos a causa de los cerdos estabulados.


Tuve por premonición aquella advertencia porque me pareció la que se venía encima y es que nunca tendría amigos y los que así se nombraren serían o de la acera de enfrente o del bando contrario. Con esa clase de amistades no se necesitarían enemistades y para de contar porque a lo largo de mi vida se ha cumplido el castigo. En el catábulo debieran de estar las cuadras de Alfeo así que todo ello era una condena a trabajos forzados los trabajos de Hércules, vaciaríamos la laguna Estigia e Icaro alzaría en su vuelo la piedra hasta más allá de donde planean los buitres y cuando ya estaba a punto de alcanzar la cumbre la piedra se le caía del pico porque así estaba escrito el pronóstico para los que osaron robar el fuego sagrado a los dioses (poetas, escritores, periodísticos impolíticos, pues todos los periodistas hoy han de ser el rebaño de lameculos de los políticos y pensar por tu cuenta constituye un agravio a los Derechos Humanos) pero a otros de mis condiscípulos les fue mucho peor porque a unos los matarían los rojos en la guerra y otros que llegasen a cantar misa serían tratados a patadas por el obispo y otros ya con el pan de la proposición en las manos se volverían para atrás y dirían que nones eso de ir a misiones o enterrar sus vidas en la aldea perdida.


Mauro mi compañero de terna se volvió loco y lo llevaron a Quitapesares, le daban congojas, veía cosas raras, le dio por hablar solo y de noche le daban sudores, se le erizaban los pelos al pobre y se pasaba la noche en erección viendo una cuadrilla de diez mil vírgenes en pelotas,  y porque decía que se le aparecía el diablo.


Fulgencio mi primo se casó con una monja y Florentín fue un santo varón. La cuerda tendría que romperse por alguna parte y todo por aquella mala broma que le gastamos a nuestro profesor de Teología.


Estábamos metidos en una tesis del doctor Angélico sobre la predestinación y nos aburríamos y empezamos a enredar, a tirarnos bolas de papel unos a otros y claro don Benigno se puso como una fiera y nos echó pero aquello fue más que una reprensión. Fue un castigo divino a vivir entre boñigas y bostas de vacas y vaquerizos durante toda la existencia y más que una existencia toda la eternidad… para siempre… para siempre. ¿Y Saulo y Mauro y Licinio, Generoso, Clodoaldo? ¿Dónde andarán?


 


II


Nunca darán remate a su tarea. Fuimos propuestos para jefes de escuadra y acabamos de forzados a las órdenes de Tántalo, el cuatralbo de la gran galera del destino. En el catábulo no olía bien pero por el invierno se estaba calentito, se sentía estornudar a los caballos, a las patitas de las potras golpear el suelo de piedra y a las vacas ronzar mientras mugían sus terneros. Lo peor de todo fue estar expuestos a la envidia y la calumnia y a la enemistad y traición de los falsos amigos… para siempre… para siempre… para toda la eternidad y que cada uno se las apañe, se coma las uñas o se fume el pijo. O vos omnes qui transitis per viam videte et sentite si es dolor Sicut dolor meus.


De ese modo y a nuestra manera íbamos a ser crucificados con Cristo, portando la cruz a cuestas, sacerdotes unos, rebotados o apostatas otros pero que bebieron su infancia en el mismo jarro y fueron destinados al palo, iban subiendo al monte de la Calavera sin arrimos de cirineos ni el paño de lágrimas de las verónicas.


-La Verónica era el paso de Semana Santa que más me impresionaba en las procesiones que presenciaba aterrado desde la acera de la Canaleja. Por medio de la calle y escoltado por la guardia romana caminaba una mujer joven con una túnica blanca cubiertos sus hombros de un manto azul portando en las manos el sudario con el santo sindone.


-¿Quién era la Verónica?


-Una hebrea. En realidad se llamaba Beronice y era una de las santas mujeres que acompañaron al redentor desde Cesárea de Filipo. Beronice la victoriosa que estaba casada con Zaqueo el enano el que se subió a la higuera y pasó su vida en ella haciendo penitencia sentando ejemplo de los primeros monjes.


Beronice llevó su pañuelo a Roma y su reliquia milagrosa curó al emperador Vespasiano de un cáncer de nariz tan malo y putrefacto que los gusanos entraban y salían por las aletas y ollares de su apéndice nasal enfermo. Fue martirizada y enterrada en las catacumbas de Santa Priscila. ¡Qué cosas! ¿No te parece una bonita historia.


-Claro que sí. Mucho sabes, Ostiario.


-De chico me leí los Apócrifos y algunos pasajes me los supe de memoria y es que me gustó leer. Es una segunda vida, Eustacio


-Claro, por eso tienes pocos amigos.


-Mis mejores amigos están en los libros y ellos forman parte de mi condena.


-Son buenos consejeros y menos peligrosos.


-Naturalmente.


-¿Te hicieron feliz?


-Hombre no del todo pero leer es como vivir una segunda vida.


-Eso es tan cierto como que la Cara de Dios está en Jaén- gritó Eustacio entusiasmado.


 


III


 


Eustacio era el ángel de la guarda de Ostiario Puertas el de la broma del banco en aquella clase de Teología cuando quisieron gastarle una guasa al catedrático don Benigno que les costaría cara pero que impregnó su vida de querencia de lo alto y de sabiduría.


Vivieron todos lejos de los devaneos, ambiciones y prodigalidades de los que se dedicaban a los dineros y a la usura. Ellos pensaban que la televisión era un aula de violencia, se aburrían en los telediarios y conjeturaban que una de las dictoras o locutoras de tronío que tenía los ojos verdes era el diablo que se aparecía a los españoles a las tres en punto disfrazado de mujer hermosa. Después los tertulieros bieldo en ristre aventaban la parva de los espíritus malignos narrando un evangelio al revés de infamias, corrupciones, atentados, revoluciones, conspiraciones, amenazas, vejámenes a mujeres malos tratos a los hombres entonando desde su ambón electrónico de forma muy redicha en tono de sibilas la mala nueva.


Ostiario y su ángel de la guarda se retiraron a su humilde celda porque ya tampoco se podía ir a misa  católica y se entregaban a sus preces y penitencias. De allí a un rato exhalaba la habitación un aroma celestial y se escuchaba el murmullo de un río de letanías. Veían la cara de Dios y ahora resulta que aquel pobre predicho, un “pregonado”, condenado por todos los hombres, víctima de las maledicencia de los fachas, los ex fachas, de los que fueron azules y se volvieron del color de la grana no por ideas sino por interés acomodaticio y al que expulsaron del paraíso quitándole la estola pero se arrepintió, tuvo  una celestial videncia. Le pareció que las milicias celestes le daban una paliza al antecristo.
Fue un 20 enero cuando los rusos celebran al Bautista en la fiesta de la epifanía que ellos llaman  teofanía (Dios baja a la tierra y se manifiesta).
Algunos bienaventurados escucharon el himno de los coros y el catábulo se convirtió en una amplia sala con las techumbres adornadas de alfajías policromas y columnas de jaspe con capiteles de oro macizo donde sonaba el violín y el ritmo y el concento de la melodía a través de voces angélicas.


Eustacio por mandato de dios expulsó a las bestias. La habitación no era una cuadra sino un palacio, una gran sala donde se iban a celebrar los desposorios de un príncipe. El Esposo era el Hijo de Dios que contraía nupcias con la iglesia. Llegó Pomonio que le robó la frase a Judas “a qué tanto lujo, Maestro- dijo el Interpuesto que hablaba italiano con acento argentino- ¿a qué ese dispendio por qué tanto gasto? toda ese dineral lo podríamos dar a los pobres” y el Arcángel Divino entonces desenvainó la espada, derribó al calepino pues su rostro parecía un diccionario de chistes o un tratado de gramática parda subido al trono de los pontífices romanos y de los arúspices, de la silla gestatoria donde se había apoltronado al grito de “Quis Sicut Deus” y blandiendo su espada flamígera amenazante miraba hacia su gran trasero con ganas de darle una patada en su bullarengue inmenso:


-Fuera de aquí, usurpador.


 


IV


Y fue así como fue destronado el antecristo con pinta de jesuita y arrojado a las tinieblas exteriores. Un serafín leyó luego el sermón del monte y Eudocio le dijo a su protegido Ostiario Puertas a la oreja muy quedo:


-Tú no te preocupes porque los últimos seréis los primeros. Aborrecidos de los hombres os nombra por vuestro nombre como amigos el propio Dios. Persevera.


Todos los que allí estaban lloraban de alegría y se limpiaban las lágrimas con el paño de Beronice alegres y contentos ante tal milagro.


-Entonces ¿lo de la expulsión del aula magna de aquel seminario vacío y la condena a los trabajos de Argos era mentira?


-No era mentira sino una parábola porque el idioma divino nunca podrá ser entendido por los hombres sino a través de símiles y comparaciones porque somos muy lerdos y nuestro acumen no alcanza.


Ostiario se quedó con la boca abierta:


-Ah.


Y a partir de entonces para el pobre ex seminarista no hubo más catábulos. Se acabaron las cuadras de Alfeo y las casas de fieras. Sin embargo, no habría que perder de vista a la gran patulea de espíritus dañinos que se habían apoderado del alma de las mujeres y de los hombres. Uno de los ayudantes del Signífero después de aquella infernal defroque y derogación pontifical se acercó a Ostiario muy misterioso y le recomendó lo que solían decir los mandos a sus guardias civiles cuando salían de patrulla paso corto vista larga y ojo al cristo que es de plata; esto es:


-No seas ingenuo ni incauto, Ostiarín, no te fíes ni de tu padre, desconfía de los que te llaman por teléfono y se dicen tus amigos. Te están vigilando los malditos esbirros de Hitler, los topos de la Inquisición en desguisa de alzacuellos vaticanos, cáfila de herejes y rufianes con cara de cura, los lobos se disfrazan de corderos y las serpientes cambian de camisa.


-Así es. Gracias por advertírmelo, ángel bendito, que yo no me daba cuenta. Son muy suaves tus palabras a mi oído.


De aquel día después de pasar por las horcas caudinas vigilaba a Pomomio que ese también era una buena pieza. Dejemos que el bausán de Arévalo siga haciendo momos y los espantapájaros sigan marcando paquete obsesión de putos y de peleles que esos no asustan ni a los grajos. Hoy como vuelan bajo pues eso: hace un frío del carajo. Es su tiempo. Estamos subiendo la empinada cuesta de enero.

JOAQUIN DIAZ

LOOR DE JOAQUIN DÍAZ UN GIGANTE DE LA CULTURA ESPAÑOLA ABSCONDIDO EN URUEÑA LA ÚNICA VILLA CASTELLANA AMURALLADA DESPUÉS DE AVILA




DE MAYOR SE PARECE CADA VEZ MÁS A MENENDEZ PIDAL









Joaquín Díaz también es un escritor en la vena del mejor humorismo castellano

 

ESTUDIO SOBRE LA VIDA Y LA OBRA DE NUESTRO MENÉNDEZ PIDAL Y NUEVO MIGUEL DELIBES CASTELLANO

 

Primera parte

 

Debe de ser como consecuencia de la plegaria que dirigimos mis hermanos de luz y de sangre acompañantes de los pasos de la semana mayor cuando en el seminario invocando al Espíritu Santo entonando en la Fuencisla el Veni Creator, he tenido un felicísimo otoño, sin visitas a los tabernáculos pues émulo y pecador fui siguiendo los pasos de don Francisco de Quevedo, sublime Cojo[1](¿mataste a Erifos?... lo tengo derrotado… uy no te fíes) la persecución ha cejado, veremos cuanto dura, que a muchos les dejo bocas, ineluctable e incontrovertible, con mis argumentos, tanto literarios como políticos de la situación que atravesamos en este pobre país que antes se llamaba España. El obispo sigue sin dar respuesta a las proposiciones de  este diácono, pero Dios nos hace caso. La gracia divina no va por arriba, circula por extraños conductos subterráneos. Por eso parece que su Rostro se oculta. Está ahí y no lo vemos. Pues eso.

 Camino del septentrión, [yo siempre fui buscando la estrella polar, luz y guía, no me desampares,  ni de noche ni de día, Santa María], a la altura de San Cebrián de Mazotes en la A6 me desvié para ver la iglesia mozárabe, reliquia del gran arte cristiano visigodo del siglo X, fundada por monjes cordobeses, de la que se hacía lenguas mi profesor Azcarate en Historia del Arte. Lo mozarabe se ha puesto de moda porque la morisma, de la que vinieron huyendo aquellos benditos frailes visigodos con las reliquias de sus mártires al hombro ha vuelto a la carga. ¿nos invaden o es que los dejamos? De cualquier forma parezco escuchar el planto de don Rodrigo en la cava. El primer violín ataca las notas en clave de sol de un guay de mi España. Aparentemente la situación, mutatis mutandis, se parece un poco a la de aquellos reinados de los últimos godos: Witiza y Wamba dados a la intriga y a la holganza, aquejados de eso que denominaban morbo visigótico, léase envidia. Y ya se sabe: la mula de Wamba que ni come ni bebe ni jode ni caga pero siempre anda. Bueno dejemos a Jeremías en un ladillo con sus improperios y al pueblo en manos de sus políticos con sus lamentos.

 No tuvimos suerte en nuestro intento de ver esta joya. Un veterano estaba a la puerta con su nieto en brazos, un niño muy rico y sonriente que me recordaba a mi Diego, bajo el dintel de una puerta de cuarterón, me informó que la iglesia sólo puede verse a la hora de misa.

-¿A qué hora es?

-Los domingos a las doce y eso si el cura viene.

-Ah, pues tiene usted un niño muy majo, abuelo. Que le veamos en la mili.

-Eso ya no se estila.

-Hombre, es un decir

-Pues de hoy en un año y usted que lo vea.

Por aquí tierra de Mojados y de La Espina la gente es dura y fuerte como sus casas de adobe que mira que resisten pero amable e hidalga. Es esa reciedumbre que se manifiesta en la parquedad de los gestos y del lenguaje. En otras zonas son más parlanchines pero menos leales. La tristeza y el recelo se notan ahora con la crisis en cualquier parte de España vayas donde vayas, aunque en san Cebrián no nos ocurrió lo que a Joaquín y a su equipo en Puebla de Sanabria que quisieron acantearlos tomándolos por periodistas.

Así que con las mismas por una carretera de cárcavas entre encinares y algún que otro tractor que pasa –la semencera viene buena con estas lluvias que han caído por san Frutos y hay bandadas de tordos que emprenden vuelo hacia el sur- me cambio de valle, subiendo la cuesta que va a dar al páramo de Torozos y dejando a la izquierda a una verdadera catedral románica en el campo, santa María de la anunciada en el antemural de la antigua villa de los arevacos que a Roma le costó dios y ayuda conquistarla (Oronia también se asoma a un castro sobre la vaguada) me acerco hasta Urueña la villa del Libro. Adónde voy y vengo con frecuencia. Cargo las pilas porque lugares así son el frumento espiritual de mi alma partida en tantos cachos.

Me saludan los merlones de una muralla bien conservada, el torreón de una iglesia adusta que carece de atrio pero tiene antojana a imitación de los templos rurales asturianos. Pese a lo inclemente de la mañana está desembarcando del autobús un grupo de turistas de la tercera edad. Pasean por los corros[2], se hacen fotos bajo el arco ojival de la muralla que a mi me recuerda a Micklegate o puerta de san Miguel en York, visitan el museo etnológico o el centro paleográfico de Alcuino, aquel amanuense de Carlomagno, nacido en Eboracum[3], la patria inglesa de santa Helena, que enseñó a escribir a los monjes de medio Europa en caligrafía rúnica, compran algo de vino y queso y se largan.

 Libro y vino son buenos compañeros del hombre. Un libro y un amigo quiero yo en mis lares: vino añejo que tomar, libro viejo que leer, leña seca que quemar, amigo antiguo con el que conversar hacen la plena felicidad del justo y, si es al amor de la lumbre y con un jarrillo de clarete de Rueda a mano, mejor que mejor.

 La lectura alarga la vida y el vino la alegra. Converso con mi amigo Jesús el librero de lance que regenta la bookshop más antigua, la de Alcaraván con veinte años tras el anaquel,  y mucha experiencia entre sus barbas, catalogando, tallando volúmenes, poniendo etiquetas y registrando plúteos donde duerme la sabiduría del mundo.

 Ya es pena que tan abnegado y sacrificado oficio (estos libreros de lance son la mejor compañía del escritor que siempre buscando su arrimo encontrando en ellos comprensión, tolerancia y un poco de conversación, claro que no todos, porque también en este rebaño bala alguna que otra oveja negra) no esté tan valorado y mucho menos pagado como debiera. Los libreros portan la llama del fuego sagrado; son  como San Cristóbal que cargan con los sueños, con las pesadillas, los pecados, injusticias y también virtudes del mundo, sobre sus recios lomos porque sin libro volveremos al Neardenthal, al encefalograma plano que es lo que parece que pretenden los demiurgos de la imagen. He aquí el cordero de Dios. Ecce agnus dei qui tollis percata mundi… padre, perdónalos, quieren quemar todos los libros como dicen que hicieron los nazis, quieren por lo visto borrar la memoria, porque hay cláusulas que no les favorecen. Son un poco tramposos y algo nazis estos askenazis ¿sabes?

 Prohibido soñar. ¿Por qué? Felipe Roth el flamante   Asturias de las Letras – esos premios principescos están algo devaluados, nadie habla de ellos en la prensa internacional y son una especie de calderilla en forma de Nobel español sin prestigio y que cuestan un ojo de la cara, demasiado bien pagados, un despilfarro sobre el pescuezo del contribuyente, nos mean y dicen que llueve y se lo dan siempre a los judíos- que ha tenido la descortesía de no estar en Oviedo, dice que si pudiera que apostataría de la literatura. Menudo panorama. Pero él cobra, publica, recibe laureles y honores y a los demás que nos zurzan.

Nos pone el tal Roth de vuelta y media desde las páginas del NYT y aquí van y le galardonan con unos milloncejos. ¿Cómo se come eso? El famoso rotativo neoyorquino no puede ver a España ni en pintura. Nos advera de muertos de hambre porque andamos revolviendo el cubo de basura y además secunda la independencia de Cataluña.

-Ceferino, ¿tú como lo ves?

-No digo nada que son unos jodios impresentables.

-Chist, punto en boca ya lo sabes. Del rey y de la inquisición chitón, que me chivo a don Gallardón.

-Eso sí que es morrocotudo.

 Estaba algo triste afligidos por los fantasmas que se lían a despotricar, a lanzar porvidas y juramentos dentro de mi cabeza que parece un cajón de sastre pero guarda cierto rigor, a la vista de cuantos despropósitos nos rodean e indignan como por ejemplo esa ministra del Paro, a su cargo la cartera de Trabajo, una andaluza a la que llaman caracuadrá y un consejo de ministros presididos por Rajoy que parece la orquesta del Titanic. Posan muy sonrientes y repeinados delante de la cámara. Por delante risas pero por detrás debe de haber un navajeo feroz ... menudas cuchilladas.

Eso sí; todos se pegan por salir en la foto mientras Gallardón, el más peligroso, nos ha subido las tasas judiciales, pleitos tengas y los ganes, que en esta república coronada te empapelan por menos de nada. Y de paso el señor ministro de Gracia y Justicia ha dictado un ukase que nos devuelve a los españoles a los tiempos de los quemaderos y de los autos de fe, ahora son para combatir heterodoxias democráticas pero qué más tiene, tanto monta, monta tanto. Son los mismos galgos con otros collares. Los personajes de la inmortal obra de Delibes, el Hereje, vuelven a caminar por nuestros caminos perseguidos por los corchetes de la corrección política. Alto a la Dueña. Ahí va eso. Pintémoslo de verde. Es la vesse, el pedo del diablo que ya anunciara Villon.

Si abres la boca o escribes algo, puedes acabar en la cárcel y en la ruina porque las minutas del rábula las ha puesto por las nubes Gallardón, subiéndolas casi un setenta por ciento, y a nuestras humildes posaderas de cara al paredón. Volvemos a ser carne de horca y de presidio los españoles.

 En medio de tales cavilaciones y malos barruntos, la hospitalidad de Jesús el librero y su buen trato me sacan de mis amarguras porque yo me lamento de la dureza de esta profesión en este tiempo. Como los escritores intentamos robarles el fuego sagrado a los dioses, estos se vengan de nosotros. No sé si seremos malquistos o dejados de la mano divina. Deus meus, Deus meus, ut quíd dereliquisti mihi[4], el grito que lanzó Nuestro Señor en el Calvario es el mismo que ahora nosotros damos muchos escritores y libreros españoles. Aquí siempre se tuvo un gran respeto a la letra muerta y al libro en reverencia pero han llegado los nuevos bárbaros del norte con sus caballos bajo cuyos cascos no volverá a crecer la hierba aplastándonos las cabezas.

Sin embargo quienes emborronamos papel somos un elenco correoso y no nos rendimos fácilmente. Cruzaremos el vado con una cuchillo entre los dientes como ha dicho el Rey confiando en la ayuda del Todopoderoso.

 Cervantes acabó de palanganero en una mancebía de Valladolid, a Zorrilla lo tuvieron que enterrar de caridad, Tomás Salvador, el mejor novelista de la generación de la Guerra, murió en  la miseria, Quevedo sufrió un largo cautiverio y sus deudos le robaron lo poco que tenía, según me entero por mi comunicante.

 Para consolarme me regala un librito de Joaquin Diaz, EL ASFALTO Y EL BÁLAGO, que ha sido un verdadero hallazgo, una epifanía estética.

 Se trata de un opúsculo con una colección de cuentos y de artículos, muy sucinto y que prende en el lector por su sutileza, concisión y exactitud, eso que llaman los alemanes acribia, el punto exacto, con referencias personales de recopilador de esa gran literatura oral que produjo Castilla y sus andanzas por los Ancares, por Sanabria y Tierra de Campos.

 En sus páginas resplandece el gran escritor que es y lo buen prosista castellano Joaquín. A imitación de los hombres universales del renacimiento es capaz de tocar todos los instrumentos musicales, compositor sinfónico (sus obras de una gran impronta religiosa hacen pensar en Tomás Luis de Vitoria, el praecentor o primer chantre de varias catedrales españolas del XVI) filólogo y matemático. Cuenta chistes como nadie. Es bondadoso y noble. No tiene envidia ni resentimiento ni la cólera que nos domina a otros y nos vuelve peligrosos desde las teclas de un portátil.

En Urueña y en Castilla a nadie oí murmurar sobre su persona, todos  le quieren bien. en esta obrita en la que narra alguna de sus experiencia personales y su visión sobre la vida y las gentes y la época que nos ha tocado vivir a los que rezábamos el confiteor y cantábamos el perdona a tu pueblo o el amante Jesús mío y hoy nos cuesta trabajo ir a misa los domingos porque la liturgia al vulgarizarse ha perdido ese carácter mágico de  los misterios órficos y de vida del más allá que constituía su médula espinal; ahora nos hicimos laicos y todo nos da igual.

 Aquí se manifiesta de cuerpo entero pero su bondad no le permite derramar acíbar. determinándose hacia parámetros científicos pues es también sociólogo[5] y no reparte caña como hago yo, que soy un par de años más viejo pero de la misma generación del 68... Suaviter in modo... y con esa ponderación tan vallisoletana introduce sin embargo la lanceta en las carnes doloridas de nuestra comunidad pero sin buscar soluciones ni meterse a redentorista. Dando una versión objetiva de la realidad.

La música de Joaquín Díaz nos hizo gozar en la juventud y ahora su pluma en la madurez nos obliga a pensar dentro de un marco de esperanza y de compasión hacia el género humano del que se aparta para vivir en plenitud su yo y su realidad. Ni tan lejos que te arrizas, ni tan cerca que te quemes, asegura el adagio, pero la verdad es que uno hoy mejor en soledad, porque algunos humanos dieron en fieras. El ruido le asusta como también las corbatas. Viaja casi siempre en autobús por no gustarle demasiado conducir, según creo.

El libro que me regaló Alcaraván y que leí en un par de horas al llegar a casa sin acusar el cansancio del viaje es uno de esos textos fundamentales que le obligan a uno reconciliarse con la vida y decir hay que ver lo bien que está escrito esto y esta situación… pues no se me había ocurrido. Es galardón del genio contemplar en las cosas lo que está oculto al común. Sus páginas son puro deleite espiritual y me traen a los ojos el tamo de aquellas trojes, de aquellas eras donde ya no trillaré nunca ya ni reverdecerán alguna vez más. Hay que mover el bálago, chiquitos (beldar, segar, acarrear, remecer y remeter) y también menear el tango[6].

 Significa trabajar y es antónimo de echarse al surco. Bálago de los yeros y bálago del trigo y del centeno que segábamos de madrugada.

 Y Joaquín, tan laborioso, menea el bálago, ahincando el gario en profundidad dentro del montón, con destreza, trayendo a colación palabras olvidadas que hoy duermen en los calepinos de nuestra mocedad y no son más que una cendrada en el cenicero del olvido.

En algunas partes el tamo se conocía con el nombre de cisco y era la atmósfera de los pueblos por antonomasia. El bálago, sinónimo de paja y de granzas, era saludable, picaba un poco cuando se metía  entre las albarcas o los fondillos pero tenía un olor muy agradable y natural emanado de las barbecheras y rastrojos. Por el contrario el asfalto es nocivo . Dicen  cancerígeno, según los médicos, por la brea y el alquitrán, por el humo de los tubos de escape, por el ruido que levantan al deslizarse sobre él el tráfico rodado (contaminación acústica)

 Miguel Delibes fue el último vate de aquella sociedad que dejó de existir en poco más de dos generaciones con la emigración masiva del agro a la urbe. Algunos, antes de tomar el coche de línea. iban al pajar y se metían un puñado de hierba en el bolso de la chaqueta como talismán. Las espigas de aquella última cosecha que segamos antes de vender las tierras a los agiotistas o la llave de la casa del pueblo que cerramos nos acompañarán de por vida.

Él parte del mismo supuesto de abandono del medio rústico y del fin de una civilización pero con diferencias de matiz. Cada uno de los dos artistas tiene su propia personalidad. Don Miguel fue de la generación de la guerra y Don Joaquín es de la del 68, la que tuvo que pelear con los grises, la que  contestaría al Poder, e iba escucharle sus recitales, únicos e irrepetibles, que daba en los campos de la Universitaria. Música Folk. Tan española, cantares de siempre: carretera baixu va... el alcalde Arriogrriaga... Abridme galanica... Gandesa ,y que sería arrasada, ay, con la debacle del pop (los Rolling Stones, los Beatles, los Bee Gees, The Mamas en the Papas que degeneraron a ese tiruliru cacofónico en que viven los hijos y nietos de todo aquel desmadre) y nuestro mocerío- aquello fue toda involución de viejos valores- se puso a cantar en inglés.

Joaquín Díaz hizo mutis por el foro. No quería que le comparasen con Raphael. Prefirió dedicarse a la investigación y gracias a esta labor musicológica el arte de la palabra estará en deuda con él para siempre: la recuperación del romancero castellano, las viejas tonadas sefarditas, coplas para la siega, cantos de la parida, seguidillas para ir de ronda, y luego el elenco de motivos religiosos que es inmenso. El hidalgo de Urueña nos enseñó a amar a España y a escucharla tal y como sonaba en las tabernas, en las jotas y rondallas, en misa, en el cementerio, en las bodas y convites, en la bodega, en la guerra y en el amor.

Otro aspecto que le diferencia con el autor del CAMINO es la impronta religiosa. La generación que hizo la guerra se manifestó un tanto agnóstica con ese agnosticismo de los que estudiaron en tiempos de la república. Por el contrario, nosotros los del 68 estudiamos desde el parvulario al bachillerato con los curas y en ese ambiente que ha dado en llamarse Nacional Catolicismo que hoy algunos detestan pero que tuvo cosas muy positivas y que falta ahora. Joaquín Diaz fue seise o niño de coro en la catedral de Valladolid, vivió en todo su esplendor los ritos semanasanteros en su Zamora natal[7], asistió a los entierros de antiguamente donde se cantaba aquellas pavorosas Tremendas[8], vio las procesiones cuando los soldados de la escolta de los pasos desfilaban al son de los tambores con el tubo del fusil boca abajo en señal de duelo, se había muerto Cristo, y se aprendió el confiteor en latín que sabían todos los mangos. Eso deja huella, marca carácter aunque hoy sea solo parte del folclore.

De los relatos que incluye EL ASFALTO Y EL BÁLAGO hay uno que impresionará al lector cuando refiere la pesadilla que tuvo en Roma donde fue huésped del Padre Federico Sopeña[9] pues nos hace pensar en Edgar Alan Poe y en otros autores de literatura fantástica por su fuerza. Lo alojaron en una habitación de cuyas paredes colgaba una reproducción del retrato del papa Inocencio X     el cual por la pericia de Velázquez mira para el contemplador con una mirada tremenda, casi asesina. Esta mirada le desasosegó y no pudo pegar ojo en toda la noche y hasta sintió que alguien llamaba a la puerta. Abrió y no era nadie. Había recibido la visita de un fantasma. La impronta de lo mágico vuelve a repetirse con su visita al pozo Airón o Laguna Negra en Soria. También realiza el autor un verdadero tour de force de conocimientos antropológicos o filológicos como en Buenas pécoras al hilo del paso de un cordel de la mesta por Tordesillas.

“Nosotros- comenta-utilizamos muchas palabras para no decir nada: en profundidad, en tiempo real, ecosistema, cañadas, desertización. Sin embargo, los pastores que bajan y suben sus rebaños aguas arriba del Duero hablan un idioma más preciso: varas, leguas, reteles, manseros"

Y allá caminaba el mastín con su carlanca y el morueco destacando por la cornamenta de carnero padre y gran alzada. Los rebaños de la mesta se desplazan al paso de una mujer hilando-observa- y su vida trajinante tenía poco de bucólica y nada de las ternezas con que los apoda la novela pastoril o las églogas de Garcilaso. Cuando llegaban a un pueblo, las mujeres, rememorando el rapto de las sabinas, huían temerosas o se ocultaban pues tal era el apetito sexual de los gañanes desmadejado por meses enteros de continencia en la majada que no respetaba ni a casadas ni solteras.

El sentido del humor castellano que se parece poco al ferrete coruñés o a la zumba de los asturianos y para nada al humor inglés se nos muestra en el Brazo de Matías…”con que en esto oigo un chasquido detrás de mí y la mula que se me espanta… cago en tal”.

Matías el manco cuenta a los niños cómo una muta lobuna y concretamente una loba  con una boca como una cueva de grande y negra le enganchó el brazo y se lo llevó, pero quia. Matias perdió su brazo de otra forma menos heroica. Era un buhonero que cuando llegaba a una venta siempre decía lo mismo: dos huevos fritos para mí y a la mula no le eches algarrobas que viene cenada. Uno de los posaderos se dio cuenta de que Matías le robaba y una vez que el ladrón estaba con las manos en la mesa o en la artesa mejor  dicho soltó de repente la tapa del arcón dejándole sin medio brazo.

Otro detalle     que apunta: en la iglesia hasta el siglo XII con la reforma cluniacense no había instrumentos- el único que se permitía era el de la carraca de viernes santo día en que tampoco se podían tocar la campana. La mejor guitarra, el mejor adufe era la voz humana, costumbre a la cual siguen aferrándose los griegos sin detrimento de su esplendor litúrgico que se atiene a estos orígenes milenarios. Y así nos lo cuenta Joaquín que de esto sabe un rato pues ha resucitado la zampoña, el rabel, la vihuela, los crótalos, el bombardino y los sabe tocar…. El rabel que ha de ser fino ha de ser de verde pino, la vihuela de culebra y el collar de mula negra, canta en una de sus composiciones.

Sin ser misógino ni misoneísta, es amante de la soledad sonora, aquella que cantara fray Luis de León en sus estrofas a la música de Salinas y a la vida apartada. En un mundo de ruidos y con el altavoz a toda mecha vivimos alienados. No desdeña los nuevos inventos que han servido para incrementar la información y la comunicación a grados increíbles pero no están siendo utilizados bajo el patrón de la fórmula humanística sino en otros parámetros como el consumo, el mercado o los intereses estratégicos de las grandes potencias. La deriva es la indeterminación, la desorientación y en parte la angustia. Todo como en la novela de Orwell y de Huxley. Ha nacido una nueva sociedad de individuos dominados por los nuevos amos del Orwell que caminan por un mundo correcto con la cara bien lavada, lo mismo que el cerebro y la camisa bien planchada, embadurnados en una capa de almidón pero que son zumbis, que no pueden pensar por su cuenta y han de hablar por boca de ganso. Este es el pensamiento envuelto en un rico ropaje estético. Y eso es lo importante. Se conoce a un escritor no por el qué dice. Y esa primor es lo que coloca a Joaquín Díaz entre los grandes autores y pensadores españoles de hoy



[1] Góngora se mofaba dél por su afición al vinazo
[2] en Urueña las calles se llaman corros
[3] este lugar se trae un aire con la urbe inglesa a la vera del río Ouse
[4] señor mío y dios mío por qué me abandonaste, fue el grito que profirió el Salvador en la cruz poco antes de expirar
[5] se recomienda visitar el Museo de los pueblos de Urueña la Villa del libro
[6] tango era el palo del juego del chito acostumbrado en tierra de Segovia
[7] aunque nació en Zamora su familia procede de la montaña asturiana lindando con León
[8] dies irae dies illa, secuencia del oficio de difuntos
[9] el padre Sopeña fue un cura que decía misa para los estudiantes en el Paraninfo de Ciudad Universitaria, menester en el que precedió al jesuita y filosofo que, colgados los hábitos, tras su casamiento con Cayetana, se convierte en el Duque de Alba. Sopeña era maestro de capilla y tenía un programa en la SER. Estaba entre lo moderno y lo tradicional, hablaba con voz rasposa de empedernido fumador





domingo, 19 de enero de 2014

QUEVEDO Y VIII


. San Marcos el Verde, los jolgorios de la casa del Tócame Roque, el pino de la cruz de mayo y las innumerables fiestas religiosas en epactas y calendarios, las octavas por la canonización de un santo que eran innumerables, casi la tres cuartas partes de los días del año eran feriados. Es en este anclaje de catolicismo vitalista donde se apuntala esa enorme novela corta, El Buscón, acaso el mejor libro que se ha escrito, para nuestro gusto, en castellano, una visión barroca del mundo y sus vanidades, un daguerrotipo un tanto caustico, aunque humano, muy humano, del genio español.

Hoy a Quevedo se le tiene relegado al olvido en parte  tal vez porque sus casticismos y juegos malabares con la lengua y el concepto sean demasiado profundos e inasequibles al vulgo que se lava todos los días el cerebro con " jabón de opera " y noticieros de más de lo mismo, fundamentalismos y apriorismos, no vayan a compás de la cultura “light”, tan sesuda y que se toma la vida tan en serio y debido, asimismo, porque a lo largo de su gran obra hace chanza y chacota de los judíos, siendo paradójicamente el más judío de los escritores españoles, el que mejor transmite en su obra teológica la interpretación de la biblia, de los salmos y del Libro de Job.

¡Qué grandeza! Leyendo a don Francisco de Quevedo y Villegas un español de bien se siente feliz. Que nos quiten lo bailao y curen otros del gobierno, del mundo y sus monarquías.    

QUEVEDO VII


Otro “crimen” que cometió fue decir la verdad a través del embozo de su arte que en el género satírico no tiene rival. La vida empieza entre lágrimas y caca. Sus grandes obsesiones fueron las rameras, los maricones y los cornudos. A ciertas ventosidades, por ejemplo, le denomina la voz del ojo que llamamos pedo, ruiseñor de los putos. No puede ver a los galenos con sus antiparras, linda mula y sortijón.
Cuando aparecían por el callejón estos doctores, ya podían los sacristanes empezar a tocar a clamor, y de los sastres nos libre dios porque sastres vienen al infierno vamos. La vida era corta y dura pero a veces apacible y bien vivida. En Madrid se moría del tabardillo (tifus exantemático) del mal francés y del dolor de ijada (cáncer a los riñones), o de la potra que era una enfermedad de los testículos y Quevedo traza un retablo jocoso de los personajes de las fiestas como san Antón, las carnestolendas

QUEVEDO VI


Paradigma del español típico y de una lealtad al filo de espada defendió a su patria en Italia y el honor de las mujeres (un viernes santo dio muerte a un galán que había pegado una bofetada a su dama en la iglesia de San Martín durante los oficios) y su condena a prisiones al perder la privanza con don Gaspar de Guzmán estuviera relacionado más que con el epigframa en la servilleta (entre claveles y rosas Su Majestad escoja) por estar conchabado con el espionaje del rey francés que apoyaba la rebelión de Cataluña en 1640.

Este asunto es un secreto de su biografía, un misterio. No se comprende cómo el que había defendido al Duque de Osuna en Venecia, (salió afufando de