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viernes, 26 de agosto de 2016

nuevos apuntes sobre el Crotalón (1)


VILLALÓN CONTRA LAS PEREGRINACIONES JACOBEAS

 

Embasicetas o embasicoetas es la palabra con que Plauto designa a bujarros bardajes y corruptores de menores y de aquellos polvos aquestos lodos, el que va de romería se arrepiente al otro día.

—No me vengas ahora con mariconadas, Verumtamen. A buenas horas mangas verdes. Mira lo que dice Juan Matalas callando: " La mejor romería es el camino real que lleva al cielo con la guarda de los mandamientos de la ley a maza y escoplo y estos sin caminar leguas se pueden cumplir todos ¡Cuantos peregrinos reniegan y blasfeman y se emborrachan o toman lo que no es suyo. No es menester ir a Hierusalen o a Santiago para salvarse."

Y me pregunto yo ¿quien quiere salvarse en estos tiempos cuando son tan pocos los que creen en la vida eterna? El vivo al bollo y el muerto al hoyo calollo, y pobre del que se muere. Nada quiere saber de la Pelona la sociedad moderna. Por eso hace la gente tanto deporte y guardan régimen. No fuman. No beben, no...; y no saben que los que no fuman con frecuencia la palman antes.
Los embasicetas están bienquisto y tienen por bandera el arco Iris. Las poligoneras no hacen falta que se encomienden a santa Magdalena. Son la honra de la republica y las proclaman reinas de las mañanas.

 Sales a la carretera y te encuentras a esos nuevos peregrinos de la calixtenia y de la vida higienica que aspiran a ganar el jubileo de la salud eterna. Portan por bordón un casco de acero sudando la gota gorda sobre el cuadro y el manillar de su maquina a pedales. Pero como ven poco, y hay tanto aprensivo por las arterias de la circulación a veces son arrollados por un automovilista borracho.
Ya ves tú: es un peligro lanzarse a la carretera a ciertas edades. Mejor estarse quieto en casita porque un buen libro dispersa el aburrimiento y es preservativo contra esta accidia general que corroe a los hispanos. Eso es peredicar en desierto, Verumtamen. Ya lo sabemos. Aquí no agarra un libro ni dios. Se pretende la vida ágrafa. Para saber ya tenemos la tele vamos a contar mentiras tralalá.

Los programas de Doña Champions la Perchelera puta la madre y puta la hija y puta la sombra que los cobijas ganan mucho dinero, pasándoles la pluma por el pico a  los embasicetas y por ahi van las costumbres en medio de la cultura de la queja y, aunque haya algunos que creen haber descubierto el mediterráneo, estas peregrinaciones ciclistas como las romerías a Santiago ya eran motivo de escarnio para autores de la edad media.
Yo de mis peregrinaciones jacobeas tengo muy mala experiencia. Algún día las contaré si dios es servido.

Plumas tan significadas como el doctor Laguna, Chaucer y el propio Cervantes se meten con ellas.
Un libro y un amigo quiero yo en mis lares y un camón y silla de coro para cantar el Domine labia aperies.  Abrid, Señor, mis labios. Clama, no ceses.

Que a estas y a las otras ya se las dirán de misas por más que den señales de haber ganado el jubileo de la juventud eterna. Los que van con flores a la diosa televisiva todas las tardes mejor estuvieran rezando el rosario.
Constituyen el manantial de inspiración de la novela picaresca estas flores de jara y estas hijas de la piedra. Venid y vamos todos, sin movernos del confidente de nuestro cuarto de estar a empaparnos de chismorrerías de las celestinas mediáticas, las nuevas alcahuetas.

Todos pegados al tele de plasma a los novelones de Cuentame y a la telebasura de Telercrap.

Saltan aquí de nuevo al ruedo los personajes creados por Mateo Alemán por Delicado Baeza, Castillo Solorzano y otros, que España es nación  vieja, que aguanta todo lo que le echan, y todo esto nos parece deja vu, o visto para sentencia.
Yo me figuro que la señora Champions y su hija que parece mas joven que ella es la Niña de los embustes resurrecta. Asi y todo puta la madre puta la hija y puta la manta que las cobija. 

Ojo, Pablos, que asan carne, recomienda Quevedo copiando el estilo del Satiricón.
Existe un paralelismo semantico y de trama entre el Lazarillo de Tormes, el Crotalón y el Viaje a Turquía, salvando las diferencias del tono narrativo del primero con el estilo moralizante y gnómico de los libros que firma el Segoviense que ni puede ser otro que el doctor Laguna. El Lazarillo debió de ser un libro de juventud obsesionado por el hambre y la desventura en que vivían gran parte de los españoles en el periodo más álgido de su historia que fue la España imperial. Al parecer, Laguna fue médico de las galeras y eso le dio ocasión para describir la miseria de aquellos "infiernos flotantes" en tierras de Solimán.
Se trata de verdaderos thrillers a la moderna. Viva nuestra literatura y abajo los telefilmes, los talkchous y los realitís tan irreales que aburren a las ovejas.

EL DOCTOR LAGUNA Y CERVANTES

 

 

 

Cristóbal de Villalón es uno de los seudónimos usados por el eminente físico segoviano para firmar sus obras de divertimiento, según muchos conjeturan.
Existe un parangón de estilos e inequívocos paralelismos que le hacen acreedor de la autoría del Crotalón y de Viaje a Turquía.
Ambas obras entusiasmaron a Cervantes, el cual cita con frecuencia a Pedro de Urdemalas, uno de los personajes de esta novela dialogada. Uno y otro — Villalón y Cervantes— gozaron, pese a la diferencia de edad , del mecenazgo del Conde de Lemos.
A dicha personalidad dedica Cervantes su obra mayor la que creía superar al Quijote "Los Trabajos de Persiles y Segismunda". La crítica consideró los Persiles un libro confuso, obra de senectud, e inferior a Don Quijote.
Manuel Seco Serrano cita a un Cristobal de Villalón bachiller en Salamanca en 1525, preceptor del citado señor de Lemos.
El Viaje a Turquía fue publicado en Amberes en 1557 y está dedicada a Felipe II rey de España y de Inglaterra, Nápoles y rey de la Nueva España (México).
Seco Serrano descubre que Pedro de Urdemalas era un clérigo de Granada rector del Hospital de la Resurrección de Valladolid y Juan de Votoadios representa a un tal Alonso del Portillo. Pero ¿quién era Mátalascallando?
Son datos para conjeturar soluciones al enigma. En el prologo despliega el autor sus conocimientos lingüísticos y al tiempo que previene al monarca de los peligros del Islam, inserta frases en turco y habla de ciertas profecías como la de la manzana colorada (Constantinopla).
Cuando ésta caiga, como fruta madura del árbol de la vida, se instalará el reinado de Mahoma en el mundo, según una profecía del alcorán, y, una vez alcanzado el dominio absoluto del Islam, será el fin del mundo. Es la hora occidua y una versión arábiga del Apocalipsis ¿Se trata una anticipación de lo que está pasando en nuestros tiempos?

 

miércoles, 24 de agosto de 2016


EL LIBRERO DE AREVALO

 

El librero de Arévalo tenía madera de perdedor pero no habléis de esto a la Jesusa que consideraba a su vástago una eminencia siendo ella misma como su hijo juguete de sus pasiones e inclinaciones. Las cosas en el mundo se habían puesto del revés. El estafermo de las procesiones miraba con ojos fijos un poco como el padre Cucurcho el exorcista nacido en un pueblo levantino que se llamaba Lamprea y cuando se ponía pesado con esto de echar diablos del cuerpo de la gente los chicos del barrio organizaban dreas y resolvían sus diferencias con Satanás a cantazo limpio nada de hisopos ni de crucifijos sino a lo zamarro. Gritaban:

 —El cura de Lamprea con una mano bendice y con la otra se la menea.

Y otros aseguraban:

—Detrás de la cruz está el diablo.

Gumersindo al quedar cesante con motivo de que se murieron los suyos y entró otro gobierno pensó ganarse la vida en el menester que mejor conocía: la literatura; fundó una biblioteca virtual y quiso dedicarse a la venta ambulante de libros viejos que eran una de las riquezas de la Casa Común pero también su patria quedó cesante y, cada quisque excedente de cupo, arribaron los nuevos bárbaros del norte que creían que era sospechoso leer y un pecado la cultura. La  tan traída y tan llevada Hora Occidua, amen de hacer ricos a muchos, que ricos millonarios, clases privilegiadas de castas, repartiéndose el bacalao y los puestos oficiales, a la mayor parte dejó en cueros vivos.

Éramos todos más pobres pese a la apariencia de ricos, dejamos los campos en barbecho, vendimos las vacas, todos querían vivir de algún momio, cierto enchufe, a costa del erario público, renunciamos a muestra cultura, los periódicos, las editoriales, pignoramos nuestras fábricas nuestros humildes negocios y se lo dimos todo a los marchantes ginoveses.

He aquí el resultado de treinta años de Mercado Común. Recordad: siempre se dijo del Porfío la maula. A muchos los estafaron. A él no. Porque bien los conocía. Eran de su misma raza. Conocia bien a sus porvidas y porfíos

Fracasó. El pueblo querría suicidarse renunciando a su pasado ahorcando los libros persiguiendo a la inteligencia y llevando a los tribunales o a la trena a cualquiera que acreditase una idea feliz un hallazgo. Ya me dirás tú los libros que vendía Gumersindo —muchos martes ni se estrenaba— cuando extendía el tenderete aparejaba el caballo bueno lo del caballo es un decir porque ya toda España se había motorizado por entonces y el librero gastaba coche que eran sus mejores zapatos y no había que darle pienso ni llevarle a herrar. Gozaba de la vita bona del sol castellano y conversaba con otro purgado que se llamaba Empeltre. Bebía en las tabernas, visitaba el camarín de la Virgen de las Angustias, buscaba el rastro de un mundo perdido que proclamó en aquella villa el tanto monta, monta tanto, y percibía las huellas santas e imperiales de la reina Isabel la Católica que pasó su infancia en el castillo arevaco. A pocos metros de donde él tendía en la plaza el Arrabal.

Aquellos días Sindo tuvo una crisis mística y creía en milagros y apariciones. Le pareció contemplando algún arrobamiento viendo una puesta del sol camino de vuelta a Madrid poco antes de llegar al Alto los Leones. ¿Espejismos o un aviso celeste de lo que había de venir. Era seguramente un regalo que dios le enviaba por haber sido fiel a sus principios. Estas cosas marcan bastante a los perseguidos e injuriados. Estaba renunciando al mundo a su manera alzándose en rebelión contra aquel estado de cosas.

¡Mira que vender libros en un pueblo de analfabetos! Veían un libro y se descojonaban de risa. Pero él iba en demanda de sus principios tras las pisadas de la Reina Santa.Vigilavi et factus sum Sicut passer in tecto” le gustaba aquel salmo que repetía con frecuencia porque  encerraban sus palabras algo de su vida, siempre en guardia para percibir las ráfagas del Espíritu  Santo que llegan en ventoleras de huracán donde se atisba la verdad y la belleza.

Pero su mujer y sus hijos pensaban que estaba como una chota. En su fuero interno él encontraba alguna razón para semejantes y descabelladas excursiones de bibliografías de apóstol de la cultura en medio de una sociedad ágrafa y un pueblo de incultos. Se sentía un poco misionero pero cansado de que sus predicas cayeran en baldío buscaba consuelos en los besos al jarro en aquel buen vinillo de la tierra. Gumersindo era dipsómano.

domingo, 7 de agosto de 2016


Fr. HERNANDO DE TALAVERA EL ALFAQUÍ CELESTIAL O EL FRACASO DE LA TOLERANCIA

 

Metido como estoy en harina de conversos voy y vengo de Alcalá me pierdo por las empinadas callejuelas de Toledo, en demanda del espíritu que fraguara el sueño mesiánico del imperio. Al cabo de muchos años entiendo lo que dijo Golda Meir sobre el establecimiento de nuestras relaciones con Israel corría el año 1973 en una conferencia de prensa en un hotel cerca de Hyde Park:

—España para nosotros los judíos no es un país como los demás.

Fue un canto a Sefarad enhebrado por aquella quijotesca tigresa que llevaba un bolso como el de mi abuela siempre de luto de donde extraía una cajetilla de tabaco negro. Sentí reverencia y pasión por aquella mujer de los cabellos grises que le daba importancia escasa a cosas tan trascendentes como el look y que, habiendo ganado dos guerras, se convirtió en la mayor estadista del siglo XX su liderazgo controvertido y discutido por los de su propio partido laborista y por el Likud. España no es un país como los demás. Idea mesiánica. El sionismo anda metido en los fregaos de ganar la tierra prometida que a España le costó nueve siglos. Es una historia de sangre, sudor y lágrimas, expulsiones, enajenaciones, llantos y martirios porque es duro para cualquier ser humano tener que abandonar su casa, dejar sus enseres, ver por última vez los muros de Jerusalén o de Granada. Es lo que está ocurriendo a día de hoy en Palestina. Todo Oriente Medio es una hoguera. No conviene olvidar la historia maestra de vida. Veamos un caso:

A fray Hernando de Talavera (Talavera de la Reina 1428- Granada 1507) le llamaban los moros de la Alpujarra el “alfaquí celeste” por sus titánicos esfuerzos de adaptar y convertir la religión del Crucificado al credo mahometano.

Su intento fracasó pero queda ahí para la historia, como conato de buena voluntad y como testimonio de que el Bien no gana siempre y sucumbe a los intereses y egoísmos seculares, quiere decirse, el Mal.

Conviene, pues, no dar de lado a la Historia.

Fray Hernando era un monje jerónimo conocido por sus virtudes: bondad, recogimiento y vida austera. La Reina Católica lo eligió por director espiritual.

Sobrino de don Fernando Álvarez de Toledo, el Duque de Alba, aprendió a leer y escribir en la escuela catedralicia de Oropesa, se graduó en Salamanca. Tomó el hábito de la orden (hábito blanco y escapulario y cogulla parda) y llegó a ser prior del monasterio más prestigioso que había en España en aquel tiempo: el convento vallisoletano del Prado.

En una visita a aquel recinto la Reina se confesó con él. Elevado a la mitra de Ávila, sería más tarde preconizado arzobispo de Granada.

Es designado confesor regio, cargo en el que fue sustituido por Cisneros que se convirtió en su alter ego. La otra cara de la moneda. La dulzura y la bondad del jerónimo chocarían con la aspereza y austeridad  franciscana del Regente, aun siendo así que ambos eclesiásticos venían de familias oscuras, recién convertidas del judaísmo.

Si el uno era partidario de la bondad, la tolerancia, la mansedumbre para con el moro hasta el extremo de ser el primero que introdujese la lengua vernácula en la SRI, cinco siglos antes de las constituciones del Vaticano II, y para atraerse a los musulmanes ordenó en su diócesis de Granada que se permitiera decir la misa en árabe, ordenando a sus sacerdotes que aprendiesen esta lengua, mientras su contrincante, fray Francisco Ximenez de Cisneros, mandó que se quemase un alcorán en la puerta de Bibarrambla.

Bien es cierto que todos los manuscritos en letra cúfica sobre astronomía, medicina y ciencias naturales, un tesoro bibliográfico, se los trajo para Alcalá. Un gesto que es de agradecer por los historiadores porque, gracias al cardenal Cisneros, se pudo conservar gran parte del acervo de nuestro pasado mahometano: la sabiduría, literatura y los relatos de los cronistas musulmanes sobre las contiendas de la Reconquista, y su versión distinta de los hechos.

Que hoy se pueden leer en la Biblioteca Nacional.

Talavera y Cisneros forman un dúo de contrastes.

El cardenal partidario del puño de hierro y de que la letra con sangre entra. El arzobispo guante de seda. Una gota de miel puede más que veinte jarros de vinagre, según Francisco de Sales. La fuerza de la razón contra la razón de la fuerza. La paz y la guerra. Ganó la guerra.

La política de apaciguamiento del arzobispo Talavera consiguió el bautismo en masa de los pobres moros con gran escándalo de los imanes que se echaron al monte y ello daría lugar a la guerra de las Alpujarras últimos reductos del Islam; una pavesa que tardaría en extinguirse más de dos siglos hasta 1609.

Cisneros, más drástico e inmisericorde, fue más efectivo. En guerras de religión las medias tintas no valen. Es el todo o nada.

De Fray Hernando, el “alfaquí de Jesucristo” algunos moriscos se le reían en sus propias barbas. Herencia de Caín pero venimos de la Historia Sagrada. También España es sagrada aunque traspasada de un furor cainita.

Fray Francisco, por el contrario, aquella galga en pieles, como le llamaban, enteco, solemne, una nariz prominente, siempre friolento, (combatía su hipotermia con tabardos y ropones y debajo de sus vestiduras elegantes de cardenal llevaba el áspero sayal franciscano) el mentón saliente un prognatismo que denotaba su demoledor poder de voluntad, odiado y temido por sus súbditos.

Los escándalos y motines a causa de la desacertada política del arzobispo de Granada con sus neófitos llamaron la atención del Santo Oficio. El inquisidor de Córdoba un tal Lucero lo mandó “empapelar”. Se le abrió proceso por judaizante pues por línea materna venía de conversos, no obstante que su padre fuese de sangre azul emparentado con la Casa de Alba.

La inquisición no andaba con miramientos. El fiscal Rodrigo Deza ordenó encarcelar a su madre y a su hermana bajo la acusación de herejía judaica. Cisneros que pese a su rivalidad era amigo del arzobispo consiguió que las liberaran y elevó una súplica al papa Julio II, y, gracias a tan poderosas influencias, el abogado defensor de las encausadas, que era Pedro Mártir de Anghiera, logró rebatir las incriminaciones de Rodríguez Lucero. El tribunal dictaminó la completa inocencia de Hernando de Talavera y sus hermanas. El arzobispo de Granada, quebrada su salud por los disgustos del proceso, falleció a los pocos días de la sentencia absolutoria el 14 de mayo de 1507. Cogió una pulmonía a causa de haber participado, descalzo y encapuchado, como un penitente más en la procesión de las Angustias.

Tuvo sus intervenciones, como confesor y consejero regio en política, con suerte alterna.

Dicen las crónicas que contribuyó a las paces con Portugal después de los disturbios sucesorios de la Beltraneja. A los Reyes Católicos aconsejó mano dura—por una vez— y firmeza con los nobles levantiscos. Isabel acabó con el feudalismo de los señores de Galicia y Asturias, mandó desmochar las almenas de sus torres y derruir sus propiedades. Sin embargo, a Colón le hizo la higa. Le parecía descabellada la idea de un viaje a las Indias orientales, y que pedía cantidades exorbitantes, montes y morenas, para la empresa, cuando las arcas de Castilla estaban exhaustas después de la conquista de Granada. En la vida de todo ser humano una de cal y otra de arena. Pese a todo, llevó una vida ejemplar de inmaculado sacerdocio. Escribió algunos tratados de moral donde resplandece su ortodoxia y su acendrado espiritu cristiano, basado en la caridad y el amor al prójimo. Creo que su proceso de canonización no está incoado pero lo merecería. El calvario y persecución que tuvo que sufrir este buen obispo manso, por causa de sus orígenes, le colocan en las gradas de la tortuosa escalera que lleva al cielo a través de los peldaños del sufrimiento y del martirio a la santidad. Y eso me afirma en mi resolución de que el catolicismo hispano se acuñó como moneda de oro en un troquel mesiánico y converso

EL ANTICRISTO MORA EN ROMA ¿QUIÉN ES?

 

Agosto es para mí el mes mejor del año luces claras el sol en lo alto para mayor honra de Júpiter y su gran patrocinado el emperador Augusto. La cencellada de la amanecida trae barruntos de la llegada del otoño, agosto frío en rostro.

Resulta difícil cuando tengo paz interior y no me puedo quejar de la vida meterse en tema tan abstruso y complicado como es el de la Apocalipsis, un libro de un judío escrito en griego en el cual el salmista vierte su ira contra el pueblo romano. ¿Revelación cambio? Qui lo sa.

Sin embargo el alquimista físico y médico—entre otras cosas descubrió las propiedades curativas del alcohol— catalán Arnaldo de Vilanova profiere dictámenes sorprendentes en su Confesión de Barcelona exculpándose ante el rey de Aragón de las imputaciones de sus enemigos los dominicos.

Su amistad con san Vicente Ferrer y con el papa de Aviñón paisano suyo no le cohíbe para lanzar anatemas contra los franciscanos y la Orden de Predicadores.  Los mendicantes fueron piedra de escándalo por sus abusos en los años de la baja Edad Media. De ellos surgen los grupúsculos de los “iluminati” y los “catherinati” en el norte de Italia y en el midí galo.

Los franciscanos trataban por todos los medios mediante las visiones de Rita de Casia de conseguir que los papas volvieran a la Ciudad terna y había aparecido en Provenza (Arnau de Vilanova, que era defensor del papa Benedicto XIII amigo y paisano suyo, escribe en limousin que era el catalán antiguo y una muy bella lengua) la herejía albigense de cuyo anhelo de pureza parece contaminarse el alquimista ilerdense. Sin embargo, emite juicios que parecen acordes con la realidad del tiempo presente, la sexta era del tiempo de la Iglesia (guerras, “presura gentium” o desplazamientos en masa de pueblos enteros, falta de amor, ansias de poder y de imagen, mentira, prevaricación y pastores de la iglesia que abandonaron la grey rindiéndose a los poderes del Maligno.)

El reinado del anticristo se caracterizará por un enfriamiento de la caridad y todos negarán a Jesucristo. El abominable será fuerte y tendrá gran prestigio a tenor con la profecía de Daniel pero los teólogos de la Sorbona tachan al ilerdense de iluminado y falaz.

Vilanova, con el visto bueno del Papa Borja, no se rinde y apela al monarca de Aragón y en su “Confessió” de Barcelona aduce que sus visiones son ciertas porque se basan en la Escritura y la Tradición de los Santos Padres sobre todo las profecías de san Cirilo y san Metodio evangelizadores de los pueblos eslavos, los escritos de san Eusebio y las confesiones de una mística alemana, santa Hildegarda, la cual vio a Cristo en persona.

El Señor le hizo a esta mujer vivir en propia carne las escenas de la pasión. El reinado del Interpuesto durará un milenio —el que va del año 2000 al 3000— y a su muerte empezará la Parusía con el fin del mundo cinco años después.

Divide la historia de la iglesia en siete eras:

A.                 El tiempo de los apóstoles

B.                 La era de los mártires

C.        La de los doctores

D.        Eremitas y padres del yermo

E.         Cenobitas y monjes

F.         La de los prevaricadores y herejías que será la más confusa. Vendrá el tiempo de los malos pastores y de los falsos profetas, la de los sacerdotes obispos y papas indignos

Apoteosis luego en la etapa final de la iglesia con la derrota de los secuaces del Interpuesto. El regreso al redil y el triunfo de la Ortodoxia.

Otros apoyos que intercepta Vilanova en respaldo de su tesis son las epístolas paulinas.

Carta a Timoteo: “Serán años de angustia y peligrosos porque se enfriará la caridad. Los hombres solo se amarán a sí mismos, serán altivos y orgullosos, lascivos y comilones, ignorantes, incontinentes, ciegos y desenfrenados en sus pasiones y en sus vicios”.

Explica el ilerdense que el anticristo vendrá vestido de hábitos religiosos y podrá llevar mitra o tiara sobre los hombros. Devorará al rebaño dentro del aprisco. Abrid bien los ojos y a los falsos profetas no les creáis.

Podrá mostrarse en figura de ángel aunque sus alas se convertirán en cuernos con que amurque a los desprevenidos. Dice que los frailes abandonarán sus celdas quedarán los monasterios desiertos y los seminarios vacíos. A misa no irá nadie porque el Impostor se habrá adueñado del ritual del sacrificio. Tiempos lujuriosos y avarientos pronostica pero el peor de los vicios serán la envidia y la emulación. Entre los eclesiásticos predominaría la arrogancia la vanagloria y la simonía. Dirán: “date nobis et nos orabimus pro vobis” (rogaremos por vuestras almas a cambio del estipendio) Al místico catalán no le complacía demasiado la devoción de las almas del purgatorio.

Vilanova se adelanta a Lutero y a Erasmo cuatro siglos en sus invectivas contra los frailes “necios laxos y bodoques” que quieren vivir sin trabajar en medio del regalo y la lujuria abusando de los monagos o de sus madres. Es en Roma donde tiene según él la morada el anticristo entre los profanadores del templo los vendedores de indulgencias poniendo pesadas cargas sobre el pueblo y usando del engaño y la burla de los oprimidos en su propio beneficio, comiendo entre carcajadas a las cuestiones más venerandas de la religión a dos carrillos.

Arnau de Vilanova firma su denuncia ante el notario barcelonés Bartomeu Marcha en agosto del año 1305. Sus palabras tienen un aire profético. El enemigo está dentro. No hay que ir a buscarlo extramuros.

sábado, 6 de agosto de 2016


LUISA DE CARVAJAL LA ESPAÑOLA INGLESA

 

El 2 de agosto 1615 zarpaba del puerto de Southampton el “María Luisa de Londres” rumbo a Laredo con los restos mortales de doña Luisa de Carvajal fallecida un año antes, diz que de pulmonía, después de estar presa en el presidio de Newgate a causa de sus ideas religiosas, aunque lo más probable es que fuese envenenada por orden del obispo anglicano de Cantorbery, Robert Abott. Padeció agonía dolorosísima, lo que indica fuese víctima de las hierbas.

Sólo tenía 48 años de los que pasaría en Londres cerca de diez, sumida en la mayor pobreza, sin llegar a dominar bien la lengua, tratando de ayudar a los súbditos de su majestad graciosa, que se resistían a abandonar la fe romana, por lo cual eran encarcelados torturados o ajusticiados; corrían tiempos recios.  

Y esta audaz mujer viviendo en la indigencia y de la caridad de los embajadores españoles en la corte de san Jaime en aquel tiempo (el conde de Gondomar, Pedro de Zúñiga, Alonso de Velasco, Bernardino de Mendoza) “in partibus infidelium” acariciaba un ideal quijotesco: la conversión de los ingleses.

Visitaba esta señora española las cárceles, asistía a los enfermos y recogía las reliquias de aquellos que morían por la fe de Cristo, socorría a los veteranos de los tercios de Flandes que vagabundeaban por la corte de Jacobo I. Las autoridades la acusaron de espionaje.

Mar gruesa en el Canal de la Mancha estuvo a punto de estrellar el castillaje y toda la obra muerta del galeón contra las rocas de Normandía y la nave hubo de regresar al punto de partida y ser reparado.

Los que conducían el cadáver, una comitiva expedida por don Diego Sarmiento y Acuña, uno de los más prestigiosos embajadores que tuvo el reino de España en el Reino Unido a las órdenes del Duque de Lerma, tomaron tierra en Fuenterrabía al cabo de dos meses de navegación.

Algunos vieron en esta azarosa singladura una señal de que aquella monja seglar (beguina) que había ido a Inglaterra a misionar y a convertir “herejes” se resistía a dejar atrás los blancos acantilados de Dover.  

Ella dijo que el destino le condujo a aquellas islas de conjuras y de perfidias siguiendo una llamada del altísimo. Su estancia londinense residiendo en casas de ínfima salubridad y pobreza, de la Barbacana, Chiswick o el Cheapside, fue un perenne suplicio.

Está claro que aquel empeño que la condujo a tierra de infieles fracasó. Los ingleses incluso los que practicaban la fe católica la consideraban una vagabunda. No obstante, resistió a las presiones, tanto de los diferentes embajadores como de su familia y algunas de las compañeras que secundaron su labor en aquel beaterio húmedo e insalubre a orillas del Támesis, para que regresara a la Península.

Pasó hambre, vivió de limosna, cuando no podía vender los encajes de blonda y las casullas bordadas de oro pues había aprendido el oficio de hilandera en Madrid, sacaba algún dinero.

María Luisa Pinillos Iglesias en su impresionante biografía sobre esta pobre señora la define como la “hilandera de Dios”[1].

Alta la frente despejada cubierta con un monjil las manos juntas y una mirada bondadosa y trascendida por una luz mística, de rodillas ante un libro de rezos, en el único retrato que se conserva, obra de Sánchez Coello (rompió todos pues no quería lisonjas ni que alabaran su belleza, sólo sufrir y padecer por Xto.) algunos encuentran en su semblante trazas de loca.

Luisa no se compadece con la noción de místico castellano del Siglo de Oro. Es un caso único dentro de su especie. Y un caso ignorado por la historia. Acaso por sus orígenes porque, en contra de lo afirmado por sus biógrafos, pudo ser una hija natural del Duque de Lerma, don Francisco de Rojas, marqués de Denia. Habida de sus amores con la cacereña doña Inés de Vargas a la que casó con Rodrigo Calderón, aquel que murió en la horca y según Federico C. Sainz de Robles[2], “cornudo de condición”.

A ambos personajes trata la vidente con veneración y loables consejos en sus cartas, pues uno era su padre putativo y el otro su padre natural al objeto de que esta bordadora fuese adoptada por los  Mendoza.

El destino de la bastardía en aquella España tan estamental era el convento pero -otro signo de rebeldía amparada por heroica humildad, quizás- ella fue refractaria a tomar hábito en una orden de clausura y quiso permanecer en el siglo. Fue inhumada en el convento de Porta Coeli de Valladolid y se le dispensaron honras fúnebres en las ciudades importantes (Sevilla, Cáceres, Almazán. Madrid).

No se cumplió su deseo de recibir cristiana sepultura en la iglesia de los jesuitas de Lovaina. Reinaba Felipe III. La Carvajal es una de las personalidades más seductoras e interesantes del movimiento místico español. No se trata de una “deixada” sino de una “abatida” que quiso seguir al Señor desde el menoscabo y desdén del mundo sus pompas y vanidades

El IV Centenario de Luisa de Carvajal coincide pues con el V de Teresa de Jesús. Si la reformadora del Carmen, según expongo en mi libro “Teresa la conversa”, tuvo una visión mesiánica en la que contempló cómo caían incesantemente almas en el infierno a causa de las guerras de religión en el norte europeo, esta briosa extremeña que ni siquiera profesó en una orden religiosa regular aunque estuvo muy relacionada con las agustinas recoletas del monasterio madrileño de la Encarnación, materializa el sueño carmelitano de ir a convertir herejes. Marchó a tierra de moros, como hizo Teresa de niña acompañada de su hermano Rodrigo.

Sólo que los británicos tan coriáceos, tan suyos y tan renuentes a ser pastoreados por extranjeros resultaban un hueso tan rudo de roer como los propios mahometanos, que rara vez se convierten al catolicismo. Lo que buscaba en realidad doña Luisa era el martirio. Deseaba ser mártir, demostrando un arrojo y una valentía poco frecuente en la iglesia católica de su tiempo y mucho menos hoy. Quijotesco propósito poco realista pero que no merma el temple y el coraje de esta feminista a lo divino, verdadera hija de la raza, de españoles y de españolas colosales tallados en piedra berroqueña. Representa en sus extremos las grandezas y miserias de un país. Una aventurera y una conquistadora al estilo extremeño como Hernán Cortés, Pizarro, Pedro de Alvarado, Valdivia, o Núñez Cabeza de Vaca.

Margarita Nelken, la ministra de la República, que conocía sus escritos— cartas, algunos romancillos de tenor místico inspirados en san Juan de la Cruz y los quince o veinte folios en los que relata la historia de su vida—dice que escribe el castellano más puro y elegante de su siglo.

¿Quién era en realidad la Beata Luisa de Carvajal? ¿Una espía en Londres del Duque de Lerma? ¿Monja galante al estilo de sor María de Agreda consejera del rey Felipe IV que se cartea con el primer ministro y gran valido duque de Lerma y su secretario Rodrigo Calderón a los que aconseja en asuntos políticos y cuestiones de religión que pasaban siempre por las manos del privado? ¿Una iluminada? ¿La amante desdichada de un alto personaje a la cual se le ordena adoptar un género de vida religiosa?

No es fácil encontrar una respuesta al trasluz de datos biográficos. Hay episodios que pasman. Su personalidad y su figura poco se compadecen con la mentalidad de hogaño, ni incluso con la manera de ser y de pensar de la España mística del siglo de Oro. Los rusos definirían a esta extremeña de Jairacejo, tan española y tan inglesa, como una “yurodivi” (loca del amor de Dios) que iba por el mundo con el evangelio de san Juan en la mano. Hay en su ascetismo rasgos que la acercan al pensamiento del cristianismo según Tolstoi dentro de los parámetros de un despojo absoluto de superfluos: honores, medallas, reglas, constituciones, hagiografías, eucologios, jerarquías, cánones. Su vida martirial fue un perpetuo grito:

—Sólo Dios basta.

La relación de su trayectoria vital, aun siguiendo rutas diferentes, tiene bastante que ver con la reformadora del Carmelo. Pasó por el mundo de una forma elegante y novelesca. Hay en su biografía puntos de contacto con los libros de Caballerías como el Palmerín de Inglaterra y con la novela picaresca. Tan intrépida como “La Monja Alférez” y exultando en ricas y desgraciadas experiencias como el “Guzmán de Alfarache” o el “Estebanillo González”.

Estuvo dotada de un carácter libertario, apasionado, contradictorio y muy español. Fue hija de la raza y de la época a la que perteneció. Tuvo algo de la monja alférez, de Teresa de Jesús y de capitana de los Tercios de Flandes a lo divino haciendo ostentación de una valentía y un arrojo que asombra a día de hoy.

De haber pasado a Indias, hubiera sido un Hernán Cortés, un Maldonado, un Cabeza de Vaca, o una evangelizadora al estilo del Beato Juan de Ávila o Toribio de Mogrovejo. Desgraciadamente, fue a dar in partibus infidelium con gentes tan sibilina y tenaz como la británica.

Inglaterra no creía en las lágrimas y menos en aquel tiempo de convulsiones religiosas, profesaba odio a los frailes que habían cometido tantos atropellos durante la edad media. En dicho país se cuestionaba la “potestas clavium” o autoridad papal. Las jerarquías y gran parte del clero inglés disputaban sobre tal preeminencia el que un obispo extranjero quisiera gobernar las cuestiones del fuero interior que consideraban un asunto personal.

Al verdugo de la Torre de Londres no le faltaba trabajo y muchos súbditos de su Graciosa Majestad eran despedazados en la plaza pública por rezar en latín o llevar al cuello un rosario.

Roma tampoco era un ejemplo de moralidad en tiempo de los papas Borgia. La corrupción de las costumbres es antesala de la muerte y de la guerra. Esta mujer llena de candoroso ardor misionero  y de amor a la Iglesia puede que ignorase tales antecedentes. Trató de escalar una montaña inaccesible como es el Establishment. Los ingleses siempre nos ganan a los españoles. Discutir con ellos es como estrellarse contra un muro, y no hay manera. Sin embargo ahí quedó el gesto y el reto de la Beata Luisa de Carvajal madre coraje de amor a la Iglesia y de amor a España (“Quiero a mi patria con todo mi corazón y vivo en una tierra de hiel y de sabandijas”) declara en una carta a su hermano nombrado corregidor de San Clemente (Cuenca).                             

Estableció como norma de vida de la máxima teresiana de “sufrir y padecer” siendo oprobio del mundo, despreciada y abandonada por los suyos por amor a Jesús. Renunció a todo: alta cuna —era nieta del obispo de Coria don Gutierre Carvajal que tuvo una multitud de hijos naturales—títulos nobiliarios, la honra, el buen nombre y la fama. Hizo mangas y capirotes de algo tan importante para los españoles de su tiempo como el honor. “Quiero ser pisoteada, negada, ridiculizada, puesta en el último lugar para que todos me olviden o se rían de mí”. Y por último en su profesión realizada en un cuarto oscuro en Madrid la calle de Toledo, puesto que atendía a las enfermas de bubas, donde se había dedicado a cuidar de las prostitutas hizo voto de martirio. No lo conseguiría físicamente pero los dos lustros últimos de su vida en Inglaterra fueron un auténtico calvario

La honra la perdían las mujeres (nunca el varón) por cualquier desliz erótico o dedicarse al oficio más antiguo del mundo; por no proceder de un linaje limpio, por ocuparse en trabajos serviles, ser asalariado y no vivir de las rentas, por derramar sangre cuando el asesinato no era en legítima defensa. Por padecer del vicio del vino o por andar desnudo y en harapos. Sin embargo se podía ser pobre y no desmerecer a los ojos de la sociedad. De ahí el dicho de “pobre pero honrado”. Una vez perdida la honra, no se recupera jamás. Es el equivalente a una muerte civil. Luisa puso su honor a los pies del Crucificado.

En el marco de aquella sociedad estamental y clasista como era la España de su tiempo plantea con su labor ideas revolucionarias más allá de las particularidades de la Reforma. Amiga y protegida de los jesuitas, rechaza, sin embargo, la disciplina de las constituciones y las voces de mando del jefe. La vida religiosa no es para ella milicia sino un sumirse en la inmensidad del Criador, un abandonarse a la Providencia, como hacían los quietistas y alumbrados aceptando el sufrimiento como camino de perfección y garantía de selección. Esta dejadez casi anarquista, con una fe ciega y amor al Esposo, la colocaría más cerca de lo que hoy se denominan cristianos de bases que de un instituto religioso convencional. Verdaderamente, si todos la dejaron en la estacada, Cristo nunca la abandonó. Esta es la grandeza del Evangelio que en su lado esotérico a los lerdos no se les alcanza, y la prueba del nueve y la primacía del catolicismo sobre otras religiones monoteístas. No hay consensos ni enjuagues que valgan. Cristo es la verdad y la vida. La Verdad que corre larga y tendida por el mundo de los libros—un venero que tratan de ocluir los del “pensamiento único” —y la Vida que germina en los plantíos y viveros del grano de mostaza. Mediante intercesiones desde lo alto, soluciones inexplicables, guardas en enfermedades y peligros. Cristo a través de sus escogidos se manifiesta en la historia mediante el carisma de una Teresita de Lisieux, de un Antonio de Padua, de san José, de Teresa de Jesús, de Judas Tadeo y ante todo y sobre todo a través de Nuestra Señora la Virgen María medianera de todas las gracias.

Se trata de una vida y una vivencia oculta pero real y perceptible sólo a través de la fe y nos ratifica en la esperanza de la gracia y la interacción dentro del cuerpo místico de la iglesia triunfante militante y purgante. Enigma total. Sólo mediante este misterio vale la pena considerar que una derrota a los ojos de los hombres podría convertirse en victoria a los ojos del Padre. Dios tiene otros baremos, diferentes varas de medir

Como los monasterios a la sazón estaban llenos y con frecuencia la “vocación” tenía que ver más con la “boca” que una verdadera llamada a la vida consagrada habiéndose convertido muchos dellos en aparcadero de damas burladas o en verdaderos prostíbulos, ella renuncia a ese título de ser monja. Se queda en beguina y cerca de, o al cabo de, la calle de Toledo funda un beaterio en compañía de dos sirvientas: Ana de la Ascensión e Inés de la Cruz. La casa, un sotabanco, se encuentra al lado de una mancebía y se convierte en centro de acogida para mujeres maltratadas y prostitutas enfermas. Inés de la Cruz protesta:

—Van a pensar que nosotras somos iguales, unas tales.

Para doña Luisa esa sospecha motivo de oprobio se convierte en vínculo de caridad y una ocasión de ser humillada y tenida en menos por amor del Redentor. Intensifica sus penitencias, porta una cruz de rallo (una especie de almohaza de pincho) aderezando sus pechos como prenda íntima y una cuerda de esparto atada a las caderas. Todos los viernes del año no probaba alimento, dormía sobre una márfega, bebía en vasos utilizados por enfermos con bubas y con sarna.

Nos dicen los expertos en lomología que el mal francés y la peste bubónica eran el flagelo de la cristiandad en el s. XVI. Los males empeoraron en la centuria siguiente con un cambio climático en Europa veranos más tórridos malas cosechas inviernos de fuertes cierzos y vientos polares.

En Madrid la Carvajal cura a los sifilíticos ocupándose como operaria en el hospital de Anton Martín el de la sabana blanca curaban el trepanómana o morbo sifilítico con baños al vapor y en Londres fue su rival la peste bubónica traída por las ratas viajando en los barcos que atracaban en los muelles del Támesis.

Aun no había sido fundado el St Stephen Hospital y las condiciones de salubridad e incluso de vida de los londinenses eran mucho más penosas que la de los madrileños.

Detecta aires de levantamiento popular en la corte del Defensor de la Fe, James I. por el contrario, en la corte de Su Católica Majestad Felipe III temo que me lo gobiernen un rey débil muy piadoso y austero pero en manos de sus validos que lo engañaron con sus adrollas y gatuperios; el mal era la corrupción en la nobleza y en el estamento eclesial. A ellos iba a parar el oro de las Indias y a los vivanderos judíos de los ejércitos de Flandes. El pueblo llano vivía en una estado de postración miserable conformándose con las procesiones triduos novenas corridas de toros y cañas y de vez en cuando algún auto de fe en la plaza mayor. Adrollas, embustes, mohatras, trapazas, picaresca y misticismo sed de aventura y esa enorme vitalidad que siempre tuvo la nación española. Ese mundo del Buscón y la picaresca lo refleja en su poesía y en su prosa sin paragones el genial Francisco de Quevedo. Luisa de Carvajal es contemporánea de la publicación de los “Sueños” y del “Quijote”

No nos encontramos en la presencia de una mística arrobadiza. Desdeñaba los éxtasis, trances, llagas, bilocaciones y otros fenómenos preternaturales, harto frecuentes entre los alumbrados. Vivió amarrada al duro banco de la realidad desde la renuncia y la autoinmolación. Era una contemplativa atípica sin aditamentos ni alharacas aunque parece ser que estuvo penetrada del don de clarividencia que le hacía ver el futuro y el interior de las conciencias.

Asimismo, tuvo el galardón tanto de la templanza como de la fortaleza. Salió indemne por la gracia de Dios de los peligros de aquel Madrid bullicioso y putañero siempre al verlas venir entre chupicaldos de sopa boba, metiendo los pollos en el corral. Llevaba las putas a casa para sacarlas de la mala vida sin miedo a sus cohenes y rufianes.

A la hija del Duque de Almazán no se le caían los anillos por andar en compañía de pobres vergonzantes receptando limosna a la puerta de san Ginés o hablando con los desheredados de la fortuna en las gradas de San Felipe y otros mentideros de la villa.

Si, por casualidad, cualquier pariente veía a la hija de un grande de España emparentada con los Mendoza y los Duques del Infantado en tal condición de mendiga, miraban para otro lado. Este desdén que mortificaba su orgullo eran para la vagabunda motivo de santificación, las humillaciones y desprecios abren al justo las puertas del Paraíso. Supuestamente…

En Londres donde nadie la conocía pero pronto la identificaron por española a causa de su acento, su compostura y que llevaba un cristo crucificado al pecho, el juego resultaba mucho más peligroso.

La insultaban, la maltrataban, se mofaban de sus creencias papistas, la decían lárgate a tu país. Cuantas veces los hispanos que hayan vivido en las Islas durante algún tiempo habrán escuchado la pregunta:

—When are you going back? [3]

Ella había ido allí para sufrir por Cristo. Anhelaba el martirio del que hizo voto al formular su profesión de vida consagrada en 1598 cuando empezó a acariciar la idea de pasar el canal de la Mancha para morir por Dios.

Huérfana desde los seis años y adoptada por don Diego Hurtado de Mendoza embajador en Alemania su infancia y su juventud los pasó en la corte de Felipe II. A la muerte del monarca entra al servicio de don Francisco de Sandoval y Rojas duque de Lerma primer ministro del monarca quien en 1600 traslada la corte a Valladolid.  

La comunidad de la calle de Toledo se cierra (dos se metieron agustinas y una tercera Isabel se casó) y los jesuitas le procuran un aposento similar muy cerca del Colegio de la Compañía, el Seminario Irlandés. Es allí donde tiene una revelación: tendría que irse de misionera a Inglaterra.

Camino de la Rubia Albión salió de la Ciudad del Pisuerga a 27 enero 1605 en una expedición de siete personas que dirigía el P. Walpole s.j. cabalgaron por toda Francia atravesando un país de herejes a lomos de una hacanea. Sor Luisa nunca había montado en mula. En otra expedición más suntuosa viajaba don Juan de Tassis conde de Villamediana con el que se reunieron en Burdeos siguiendo ruta hacia Calais. Allí se embarcaron en una patera. El viento desfavorable desviaba la embarcación hacia Holanda un país siempre peligroso para un católico español pero el piloto un viejo lobo de mar vascongado logró gobernar la embarcación y atracar en un grao próximo a Dover. A la vista de los blancos acantilados la española inglesa cayó de rodillas y prosternada en oración dio gracias a Dios por el fin de tan azarosa singladura. Tassis acudía a la corte de san Jaime para comprar la paz entre España a peso de oro. Felipe III enviaba a su homólogo la suma de medio millón de ducados a fin de concertar el patrimonio del príncipe de Gales, Carlos, el heredero, con la infanta Ana de Austria. Este matrimonio estaría abocado al fracaso. Encontró un Londres tétrico. No había pasado la era del terror y los católicos ingleses se mostraban atemorizados de mostrar abiertamente su religión católica que muchos seguían practicando en la clandestinidad. El choque psicológico para la recién llegada fue brutal: la incomodidad del acomodo, el ambiente de suspicacia, la mala comida, la pobreza, el hambre y la enfermedad, la descortesía de las clases bajas que culpaban a los extranjeros del hambre y las malas condiciones de vida, el desconocimiento de la lengua y la fonética cockney tan enrevesada para los no nativos. Tal cúmulo de factores así como las grandes penitencias y ayunos minaron su salud y la condujeron a una muerte prematura.

Buena parte de los españoles residentes en Gran Bretaña a lo largo de los siglos siempre atravesaron esa dificultad que ella misma padeció.

Este choque psicológico se detecta en la correspondencia enviada por valija diplomática o en cifra a Madrid. Mandaba romper estos envíos a sus destinatarios. El espionaje inglés y el francés funcionaban a las mil maravillas en la corte de Felipe III y es aquí donde se pierde el rumbo místico para adentrarse en los atolladeros de la política: el Duque de Lerma, el conde de Villamediana, los saludos que envía a la regente de los Países Bajos Isabel Clara Eugenia, su compañera de juegos de infancia, e hija de Felipe II nombrada gobernadora de Flandes, que nunca obtuvieron respuesta. En fin, un enigma. La buena voluntad de esta sierva de Dios choca con las perversiones de los intereses estatales o papales. Se confiesa desarmada y como “una pobre y ruin mujer” pero, si fracasó la carne, el espíritu salió airoso de aquella lucha, por más que a la interesada le fuese la vida en el empeño.

Luisa de Carvajal era un alma grande e ingenua raza extremeña de conquistadores. Ignoraba los gatuperios y tahurerías del Duque de Lerma o los desvíos amorosos de Villamediana o la participación de su hermano el corregidor de San Clemente en el asesinato de un hombre por orden de su jefe don Rodrigo Calderón que luego sería ajusticiado en Madrid y de ahí el dicho de más porfiado que don Rodrigo en la horca. Un paradigma de contumacias y obstinación. El que movía los hilos era el gran privado, el duque de Lerma, quien para librarse del patíbulo se hizo religioso y “para no ser ahorcado-reza el dicho popular- se vistió de colorado”

 

martes, 21 de julio de 2015



[1] Hilando Oro, Ediciones El Laberinto, Colección Hermes. Madrid 2001
[2] Madrid, autor tgeatral. Editorial Cunillera, Madrid 1973
[3] ¿Cuándo te vuelves pa España?

viernes, 5 de agosto de 2016


 

Vicente Espinel. Marcos de Obregón

 

Plaza de santa Catalina de los donados. Voy al Santo Niño del remedio. Es una de las plazas aun recoletas que quedan del antiguo Madrid. De allí fue capellán Vicente de Espinel autor de una novela que se engloba dentro del género picaresco, marcos de obregón, pero que es una semblanza autobiográfica de la España del siglo de oro finales del XVI e inicios del XVII una España que recorrió en veinte años de intenso caminar y cuyos mares navegar así como los dominios de Nápoles y Flandes como soldado y como marino al servicio de la escuadra, la segunda Invencible que iría a luchar contra los ingleses comandada por el almirante asturiano don pedro Menéndez de Avilés. En uno de los bajeles tomó el grado de alférez pero aquella malhadada expedición nunca zarpó del puerto de Santander. Se declaró la peste.

Protegido por el conde duque de Olivares acabó ordenándose sacerdote el viejo soldado y obtuvo una capellanía primero en una iglesia de Ronda. Más tarde, un beneficio en el cabildo de San Ginés. Se enmarca, pues, en el capítulo de los grandes de la literatura castellana junto con Lope, con Calderón, con Mira de Amescua o Góngora todos ellos sacerdotes. Es una deuda que tiene nuestra lengua con la iglesia española que acogió en su seno a aquellos pobres vagabundos librándoles del hambre y la pobreza.

Espinel fue también músico y maestro de capilla. Añadió a la guitarra una sexta cuerda. Gran parte de su composición polifónica anda perdida pero debió de ser el gaditano un gran chantre o precentor. Lo que no fue óbice para gozar y padecer de una vida aventurera llena de sobresaltos y de peligros que superó “merced a su gallardo entendimiento”. Su Marcos de Obregón a decir de la crítica supera por la veracidad y la contextura de su narrativa de hechos reales al Lazarillo o al  Guzmán de Alfarache. Encuentra ciertas similitudes con el Estebanillo con cuyo autor debió de coincidir en Flandes pero su estilo es menos abigarrado y conceptista. No se puede codera con el Buscón que es un libro aparte pero todas estas obras del genero picaresco coinciden en:

a) la existencia apabullada y trajinante de los personajes.

b) el hambre como preocupación existencial ya que en sus páginas no hay sexo y todas los lances de amor acaban de mala manera como lo que le pasó a Marquillos saliendo de Bilbao que por no entender el vascuence no pudo declarársele y acabó siendo arrastrado por el azud de una alberca que por poco se le lleva la corriente y en Zaragoza (dice que los aragoneses son celosísimos) con otra ventanera. En la picaresca el sexo se aborda de una manera bufa y de pasada, lo que revela cierta misoginia del carácter hispano. Terrible cosa es la mujer. Y el que casa de viejo pronto entrega el pellejo. Satiriza y de qué manera a los maridos lo mismo que Quevedo. Pero el gran teatro clásico no podría ser comprendido sin los malentendidos y sin los cuernos. De las costumbres amorosas de aquella centuria mejor no hablar. Las carrozas que subían arriba y abajo del Prado madrileño eran prostíbulos ambulantes donde se fornicaba a calzón caído y con las cortinillas echadas, las puertas del carruaje cerrados a cal y canto haciendo de mamporreros los lacayos.

c) la longanimidad en las adversidades, la resignación cristiana y el desarraigo. En el fondo dentro del pícaro late un alma mística que desprecia al mundo y a sus vanidades.

Espinel nació en la hermosa y arriscada ciudad de Ronda hacia 1545. Sus padres eran de origen asturiano, encomenderos a los que los Reyes Católicos asignaron tierras en Andalucía cuando se ganó Granada. Hidalgos pobres. Su progenitor había sido soldado con el Gran Capitán y al mandarle a estudiar a Salamanca le entrega una bolsa con pocos dineros y una espada que el joven no sabe qué hacer con ella y la empeña a unos hojalateros en el Potro de Córdoba. Cruza una Mancha semidesierta expuesto al peligro de los bandoleros moriscos, a los cuatreros, a los venteros y a los carreteros una profesión que maldice… Dios me libre de rufianes en cuadrilla y los arrieros eran por lo visto de mala condición, robaban a los que portaban en el carro y violaban a las mujeres que iban de recua. Las ventas son igual de pestilentes “donde suele haber malas aguas por lo que importa beber vino” y los mesoneros en lo redomazos se traen un aire con los arrieros, todos ellos moriscos y de condición inicua. Impía gente son los arrieros y sin caridad crueles a tal extremo que su misma crueldad va contra natura. Como tratan tanto con las bestias algo dellas siempre se les pega. Tienen muchas posadas y pocos amigos. Así nos describe la venta de Cardeña en el paso de Despeñaperros, todo un lugar común en la literatura picaresca.

En Salamanca se presenta vestido de ferreruelo y de una sotanilla de veintidoseno de Segovia. En la ciudad del Tormes va a correr no pocas aventuras como las novatadas aunque están no son tan rigurosas como en Alcalá el Buscón dixit. No puede pagar el pupilaje de casa no le llegan dineros y entra a vivir con otros estudiantes en el refugio donde el hambre y sobre todo el frío de los crudos inviernos serán origen del cuento del zancarrón de un mulo que echaron a la lumbre pensando que era un tuero y olía a rayos. Todo lo soporta con la virtud de la paciencia “que es amiga del buen humor y del donaire”. Salamanca la blanca tenía buenas pastelerías. Los estudiantes pasan la hora del quiete o recreo en el Desafiadero. Marquillos se pone a dar clases de canto para socorrerse pero tales lecciones aunque bien dadas estaban mal pagadas. Y con las mismas hace un canto al saber y a esa vida oculta que se encuentra agazapada entre los libros donde el ser humano puede encontrar consuelo a sus desventuras. No se murieron de asco por lo de la pata del mulo que echaron a la lumbre. Fueron castigados a diez azotes por aquella travesura.

La obra tiene un sentido gnómico en clave moralizante con una proa cuajada de refranes y de sentencias. No hay que desesperar. Cuando una puerta se cierra otra se abre pues más gusto se halla en un higo que en ceinte calabazas. ¿Cómo luchar contra los males estudiantiles que son la pobreza y la desnudez? Espinel no otorga otro remedio que poner buena cara al mal tiempo. La humildad ante los poderosos es el fundamento de la paz y la soberbia, la destrucción de nuestro sosiego. Agua y ajo por tanto y mucha resignación cristiana.

En Córdoba le roban un macho y en la feria de Ronda se lo tratan de vender unos gitanos. Era una acémila de muy mal carácter que tiraba al jinete, se espantaba e iba a la empinada con harta frecuencia. El mulo atraillado parecía manso pero Marcos sospecha. Y efectivamente querían venderle el mismo que le habían robado y en un tente mientras cobro antes de llevarlo al mercado le dieron a beber un azumbre de vino. Cuando se le pasó la borrachera el animal volvió por donde solía y no se cansa de dar patadas y respingos. Si bien me quieres trátame como sueles. Escasee la carne en el garabato por falta de gato y uno tienen ventura y otras ventrada. Unos ensillan y otros cabalgan. Al protagonista de esta narración le pasan mil desdichas pero pronto se resabia y aprende a afrontar los engaños. Su hégira discurre por caminos inciertos y mal resguardados pernoctando en ventorros donde se dormía con un ojo solo y había que andar listo no te dieran por zumaque un vino que el ventero tasaba como de calidad y con más hojas que un calepino. Se encuentra con donilleros y con clérigos de mala ralea que rezaban en latín con acento gallego y a veces con fantasmas y aparecidos. Las ventas donde para son la de la Murga en Ademuz, la de Viveros en Alcalá y la famosa venta de de viveros en plena sierra morena donde recalaban a la sazón todos los viajeros que pasaban de Castilla a Andalucía. 

 

 

 

 

canto a la universidad de Salamanca

 

Hijo de un hidalgo de gotera ovetense que se afincó en Ronda el autor de Marcos de Obregón obra insigne de la gran literatura picaresca nos embarca en las galeras que fueron a Lepanto y nos muestra los caminos que llevan a Flandes y además puso una cuerda más a la guitarra española. Asendereado personaje y escelso escritor, su prosa limpia, castiza y salpicada de donaire, se parangona con la de Miguel de Cervantes.

Cuando todos iban a estudiar a Alcalá, el rondeño, por su parte, con una espada que le dio su padre, viejo soldado a las órdenes del Gran Capitán, que pesaba más que él y que empeña en un mesón del Potro de Córdoba arriba a la ciudad del Tormes y a la vista de sus torres prorrumpe en esta loa: “ vi en aquellas columnas sobre quien estriba el gobierno universal de toda Europa las bases que defienden la verdad católica. Vi al padre Mancio cuyo nombre estaba ya esparcido por todo lo descubierto… vi al abad Salinas el ciego el más docto varón en música especulativa que ha conocido la cristiandad no sólo en el genero diatónico y cromático, sino en el armónico de quien tan poca noticia se tiene hoy[1] y que fue sucedido en la cátedra por Bernardo Clavijo doctísimo en entender y obrar el concento y el concierto de partituras, hoy organista de Felipe III”.

Comenta después este aprendiz de la supervivencia que es frecuente contraer sarna los estudiantes primerizos merced a la blancura del pan tierno y el agua finísima que e bebe en Salamanca, “mala para los dientes”. En resolución, recomienda a los estudiantes no estragarse ni abusar de la comida o la bebida y emplearse en los comedimientos de la templanza “que conserva la salud y aviva el ingenio”. Es la misma conjetura con que nos apabulla a los lectores y degustadores de esos tesoros de la lengua castellana que son las novelas de esos pobres seres humanos, esos pequeños diablos corredores que son los pícaros a lo largo y lo ancho del mapamundi.

Otros catedráticos a los que menciona es al doctor Medina facultativo de prima en aquel claustro y gran médico.

El elogio que hace de los libros tampoco queda atrás y son frases esculpidas en la celda o en la torre de marfil de estudiosos y poetas.

los libros hacen libres a los que les quieren bien. Con ellos me consolé en la prisión que se me aparejaba y satisfice el hambre en un pedazo de pan conservado en una servilleta envuelta en un papel que traía un capítulo de alabanza al ayuno. ¡Oh libros, fieles consejeros, amigos sin adulación, despertadores del entendimiento, maestros del alma y gobernadores del cuerpo, guiones para bien vivir y centinelas del bien morir”

Protagonista de esta novela dechado de perfección del genero picaresco es el hambre, compañera de cama de la resignación, cómitre de la longanimidad y amiga del buen humor y del donaire. He aquí reflejado en el espejo de las páginas de Marcos de Obregón el carácter español en sus miserias y en sus grandezas, sus euforias y sus congojas, baluarte del catolicismo en defensa de cuyo empeño se granjea la enemistad de todos e incluso la ira y el recelo de los Papas. Castilla he aquí que se ensimisma, se adoba en una segunda piel, la del escepticismo senequista, pelea con la espada en Flandes y esgrime en las Américas el crucifijo. España siempre con la cruz a cuestas, escarnio de todos y contra todos, transporta sus sueños de redención mesiánica, fatigada de Europa, a bordo de las carabelas. Es el mismo concepto que explaya a lo largo de sus libros ese gran patriota que se llamaba Francisco de Quevedo y Villegas.

Las noticias que da de la Salamanca universitaria del XVII son cabales: las pastelerías del Desfiladero, las calles de Santa Ana y san Vicente, la posada de Gálvez donde estuvo a pupilo y para sacudirse si buen apetito daba lecciones de canto “bien dadas pero mal pagadas”. Un pícaro ha de estar siempre no sólo a la que salta sino también tener buenas tragaderas. El asqueroso episodio del zancarrón del mulo que los pobres pupilos echan a la estufa tratando de sacudirse el frío de un crudérrrimo jueves de febrero creyendo que era un leño y por poco se atufan todos da una idea de las condiciones de vida de la Salamanca de aquellos tiempos. “Hacía tanto frío que en echando agua en la calle se tornaba cristal”. El siglo decimoséptimo de la era en Europa produjo un gran cambio climático, algo que seguramente tuvo que ver con las manchas solares. Los geólogos hablan de una nueva glaciación hacia 1623.  Hubo cambios extremos y mudanzas en la temperatura. El invierno de 1623 fue el más crudo en varios siglos y en 1666 los calores fueron tales que muchos creyeron que venía el fin del mundo. Se quemó la gran ciudad de Londres.

La prosa de Vicente Espinel es muy musical y agradable como la de la mayor parte de los escritores que tienen buen oído. Maneja el contrapunto. Por eso no se hace indigesta, une a su amenidad el fruto del buen consejo- “la humildad frente a los poderosos es fundamento de la paz y la soberbia, la destrucción de nuestro sosiego”. Para él el oficio de escribir es enseñanza de la paciencia y conformidad con la desventura y reveses de fortuna. A tal efecto moralizante de la escritura  tan importantes son las fábulas de Esopo como las estratagemas de Horacio. Más gusto se encuentra en un higo que en una calabaza. Este oficio de longanimidad es uno de los aprendizajes del estudiante salmantino que vive en la pobreza y la desnudez. El dolor es el crisol del amor. Este concepto inusual en otros libros del género acredita a Espinel como el más católico de los picaros españoles. Marcos de Obregón es un hijo del barroco.



[1] Al maestro Salinas dedica su oda “Música Serena” Fray Luis de León